La semana pasada en el informe climático mensual, comentábamos la gran diferencia hídrica que se presenta en gran parte de las zonas productivas principales respecto del inicio de la campaña gruesa del año pasado. En general, las diferencias positivas ya se habían comenzado a gestar a finales del otoño, donde ya había habido recargas destacadas, incluso eventos muy prejudiciales, con inundaciones en el noreste bonaerense y sudeste entrerriano. El inicio más seco de junio influenciado por la llegada de aire frío y luego aire de origen polar, puso en pausa la sobreabundancia de precipitaciones, sin embargo, esto volvió a revertirse en la segunda parte de julio y en tres eventos principales, se concretó una debacle pluvial de proporciones muy poco comunes, principalmente en la zona núcleo y en particular en la provincia de BA. El patrón de la circulación de escala regional del invierno ha sido decisivo en este aspecto.
La comparación de las lluvias registradas en el trimestre junio-agosto con los valores estadísticos, define la anomalía estacional, la cual queda claramente dominada por los desvíos positivos en toda la zona agropecuaria principal del país, con una gran influencia negativa sobre la pampa deprimida bonaerense. En esta vasta región, prevalecen entre dos y tres millones de hectáreas con distinto grado de complejidad vinculada a los excesos hídricos, desde saturaciones temporarias hasta inundaciones que demandarán varios meses para ser resueltas. Debemos recordar que gran parte de la provincia de BA ya venía del trimestre anterior con una anomalía positiva muy similar, la cual se vio moderada hacia LP y el sudoeste de BA, hasta ingresar en la zona más seca el norte de la Patagonia. Si bien la anomalía positiva del NOA no es representativa en el invierno, igualmente se han dado algunas lluvias que no suelen aparecer en aquella región.
Se ha confirmado la tendencia que se anticipaba a finales del otoño, con una proyección cálida para el invierno. Eso solo puede llegar de la mano de irrupciones de aire polar de baja frecuencia o debilitadas, las cuales permiten sostener con mayor eficiencia el aire húmedo. Ante la alta disponibilidad con que se sostuvo en las capas bajas de la atmósfera, observamos registros de lluvia durante julio y agosto, que en muchas localidades han sido récord de una serie extendida por más de cincuenta años.
A esta altura el porcentaje del área agrícola que no presenta riesgos de sufrir excesos hídricos o volver a los suelos saturados es bajo. Zonas del oeste de CB y la provincia de LP, son como ya hemos analizado, las que irán al repunte de lluvias de primavera con mejor capacidad receptiva. Para gran parte de la zona núcleo, el patrón de excesos de lluvia ha sido demasiado importante y la gestión del agua residual está generando muchos inconvenientes y pone en serio riesgo el normal comienzo de la nueva campaña de granos gruesos, con la provincia de BA con un nivel de exposición mucho más delicado por sus características geográficas.
Lo ideal para la zona núcleo sería un septiembre con lluvias deficitarias, pero esta necesidad no se ve reflejada en lo que anticipan los pronósticos de corto plazo. Se esperan lluvias que pueden ser importantes desde el viernes en gran parte de la franja central. Las mismas serán bienvenidas en la franja oeste, pero sostienen la complejidad hídrica del resto de las zonas agrícolas de la región pampeana. Lo mas complicado, la cuenca del Salado bonaerense. (fuente Agrositio)