El Congreso Maizar 2025, que concluyó esta semana en Buenos Aires, dejó plantadas las principales acciones que tiene el maíz expandir sus horizontes productivos en Argentina y consolidar su rol en la economía nacional.

En este sentido, la Patagonia emergió como una nueva frontera agrícola, mientras que el bioetanol se perfila como un motor de desarrollo que el país aún no aprovecha en su totalidad.
La Patagonia: ¿El “Corn Belt” del futuro?
Uno de los anuncios más resonantes del congreso provino de Federico Zerboni, presidente de la Asociación Maizar. Zerboni reveló el inmenso potencial maicero de la Patagonia, una región que cuenta con más de 1.5 millones de hectáreas aptas para el cultivo (la siembra de la campaña actual 2024-25 tuvo una superficie nacional de 6,7 mill/ha).
La región se destaca por sus condiciones agroclimáticas, que incluyen una notable amplitud térmica y horas de luz, equiparables a las del famoso “Corn Belt” estadounidense (el “cinturón del maíz”, región del Medio Oeste de Estados Unidos).
“El potencial del maíz en la Patagonia es impresionante”, afirmó Zerboni, quien destacó que ya se están realizando pruebas con híbridos adaptados a la zona. La cooperación con funcionarios patagónicos busca impulsar esta siembra, transformando una región hasta ahora subexplotada. El éxito de Río Cuarto, que pasó de ser una zona ganadera a un polo maicero clave, se presenta como un espejo de lo que se podría lograr en el sur argentino. Sin embargo, para concretar esta visión, el sector exige inversión, infraestructura y desarrollo.
Bioetanol: La pieza clave del valor agregado
El otro eje central es la posibilidad (y necesidad) de que Argentina se sume al “modelo enriquecedor” de valor agregado del maíz a través del bioetanol, tal como lo hacen Brasil y Estados Unidos. Patrick Adam, director de la Cámara de Bioetanol de Maíz, fue categórico al señalar que Argentina y Ucrania siguen modelos “empobrecedores” al exportar la mayor parte de su maíz sin procesar.
Actualmente, solo el 4% del maíz argentino se destina a bioetanol, una cifra ínfima comparada con el 25% de Brasil o el 35% de Estados Unidos. Adam enfatizó que el bioetanol no solo es una fuente de octanaje más barata y sostenible, sino que también reemplaza aditivos importados y nocivos.
Para revertir esta situación, se insta a la aprobación de un proyecto de ley de biocombustibles que eleve el corte obligatorio de bioetanol en naftas. La propuesta contempla un aumento al 15% para octubre de 2025 y una proyección de 27,5% a mediano plazo.
Esta medida generaría un ahorro de divisas estimado en 750 millones de dólares adicionales al reducir la importación de nafta, crearía más de 9.000 puestos de trabajo y permitiría la construcción de 14 nuevas plantas de bioetanol, dinamizando las economías regionales.
Retenciones
El Congreso Maizar también fue un espacio para el intercambio con figuras políticas, como Horacio Marín, presidente de YPF, y Federico Furiase, director del Banco Central. Zerboni valoró la presencia de los funcionarios y destacó la “previsibilidad” en las variables económicas que Furiase había anticipado en ediciones anteriores del evento.
El tema de las retenciones no podía estar ausente. En la apertura del Congreso, Zerboni planteó : “Hoy el costo de producción está muy justo y un 33% del precio del producto se vuelve inviable”. Si bien reconoció la voluntad del Gobierno de reducirlas, subrayó la necesidad de previsibilidad para que el sector pueda planificar a largo plazo. Además, el presidente de Maizar hizo una lectura crítica sobre el crecimiento del área de maíz, que en parte se debe a la falta de rentabilidad de la soja, una situación que, según él, “no está buena” para la sostenibilidad del sector.
La avicultura: un ejemplo de integración y valor agregado
El ministro de Desarrollo Económico de Entre Ríos, Guillermo Bernaudo, expuso sobre el rol fundamental del maíz en la industria avícola de su provincia. El ministro destacó la cadena integrada entrerriana, que transforma el 71% del maíz producido en proteína animal para consumo interno y exportación. La clave de este éxito radica en la inversión en tecnología y bioseguridad por parte de productores e industriales, complementada con el apoyo estatal en infraestructura.
“Queremos ayudar a traccionar la cadena completa, desde el maíz y hasta el pollo o el huevo, agregando todo el valor posible. El rol de los productores e industriales es invertir en tecnología y bioseguridad y el del Estado, proveer infraestructura”, dijo Bernaudo. (fuente Noticias AgroPecuarias)