Inteligencia artificial, datos e innovación para una agricultura sustentable

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La 4° edición del Congreso Internacional del Maíz llegó a Rosario y, en su primera jornada, la Sala Syngenta abrió con una charla titulada “AgTech en el campo: datos, precisión e innovación en siembra y pulverización para una agricultura sustentable y productiva”.

En ese marco, el moderador fue Diego Villarroel, ingeniero agrónomo, especialista en agricultura de precisión en el INTA, quien lanzó disparadores y preguntas a los disertantes.

Santiago Tourn, ingeniero agrónomo, fundador y director de Mecatech, hizo foco en qué genera la pérdida de rendimiento. “Errores en la densidad objetivo y superposición en lotes; valores bajo la singulación en la siembra y poca uniformidad de distanciamientos entre semillas; y un ineficiente control de profundidad”, comenzó.

A ello agregó: “Cuando hablamos de valores bajos de singulación nos referimos a 90. El 10% restante pueden ser fallos -un agujero sin semilla- o dobles -agujeros con dos semillas-”.

Tourn profundizó en que el desafío más grande es el del control de profundidad, lo que genera emergencia, con plantas que nacen en diferentes momentos.

“Si la calidad de siembra dependiera sólo de la sembradora, el 75% se definiría con el dosificador y el sistema de control de profundidad y copiado de terreno. Hoy los valores de singulación del maíz son del 95%”, concluyó.
Inteligencia artificial aplicada al agro

Por otro lado, César Pettinari, ingeniero agrónomo en Plantium, explicó que la firma incursiona en la introducción de precisión en la agricultura desde hace varios años.

“Se desarrolló ocuWeed, que permite detectar estas malezas. Se distribuye a lo ancho de toda la máquina, con distintos detectores y sensores. Estas cámaras envían información a una placa central, que concentra la información de 16 visores”, señaló.

Enseguida añadió: “Luego se determina si lo detectado es una maleza, suelo, rastrojo o cultivo. Se logra gracias a redes neuronales creadas y entrenadas con inteligencia artificial. Se gestó con la recopilación de datos de diferentes zonas del país”.

Para finalizar con el detalle del proceso, Pettinari indicó que “una vez que la máquina está instalada, hacemos una calibración antes de entrar al lote y el operador puede tener un control total desde la cabina. En tiempo real puede tener la imagen captada por las cámaras y, así, ajustar diferentes parámetros para retocar la sensibilidad del equipo. Si el operario detecta alguna falla, la puede corregir desde el monitor”.

Luego fue el ingeniero agrónomo Néstor Di Leo quien hizo hincapié en la injerencia de los drones agrícolas, los nuevos aliados del maíz.

“Primero se captura la información, luego se analiza y después se operativiza en campo. Los drones multicópteros o de ala fija nos brindan imágenes de varias hectáreas. Para realizar operaciones inteligentes, tenemos drones aeroaplicadores. Claro que la operación puede integrarse a una máquina terrestre”, señaló al inicio.

Para luego brindar más claridad: “Otra aplicación importante vinculada a la tecnología de precisión es la de revisión y diagnóstico de la siembra del lote de maíz. Podemos evaluar la calidad de siembra y de operación de la máquina. Nos brinda datos estadísticos directos y de dispersión”.

Cómo la tecnología mejora el rendimiento en maíz

Como complemento respecto del uso de la tecnología, el ingeniero agrónomo Mario Ghelfi, también de Plantium, remarcó que hay instancias mejorables gracias a herramientas como el ecurow, un dosificador electroneumático.

“La primera función es controlar la semilla en el dosificador; la segunda, controlar la semilla en el tubo de bajada para evitar el rebote y que no aumente el coeficiente de variación”, precisó.

Y concluyó: “Esta herramienta nos da precisión y nos permite variar la velocidad de siembra, podemos hacer siembras convencionales de 7 km/h o llevarla a alta velocidad, a unos 14 km/h. El primer factor limitante que tenemos para una siembra de alta velocidad es el suelo”.

Finalmente, Gonzalo Cergneux, ingeniero agrónomo, reveló que el impacto global de la compactación del suelo afecta a 842 millones de hectáreas de suelo. Reduce entre un 20 y un 50% el rendimiento de cultivos y se pierden más de 1,8 billones de dólares anuales de rendimiento agrícola.

El profesional planteó posibles soluciones: “El control de inflado automático permite calibrar las libras de inflado para evitar problemas de compactación y, así, reducir errores y pérdidas. Mientras que el sistema de suspensión y amortiguación impacta positivamente del mismo modo para reducir hasta un 80% los errores”. (fuente Noticias AgroPecuarias)

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