De hecho, entre enero y mayo de este año se absorbieron internamente 870.000 tn res c/hueso, sólo superando a igual período de 2021 y marcando una caída del 14% respecto de los primero cinco meses del año pasado.

Lo que dejó la sequía
De esta disparidad en las tasas de crecimiento de la faena y la producción se deduce que el peso promedio de los animales enviados a faena se recortó de un año a otro, producto de la menor oferta forrajera a causa de la sequía. La contracara de este incremento en la producción es una caída en las existencias bovinas en el país.
De acuerdo con los datos de stock bovino al 31 de diciembre de cada año de la Sec. de Bioeconomía, las existencias a finales del año pasado se ubicaban en 52,8 millones de cabezas, lo que implica una caída de 2,7% o 1,5 M de animales comparado con 2022.
Esta es la mayor caída anual desde el 2009, año en que las restricciones a la exportación de carne bovina precipitaron una liquidación de stock por parte de los productores, el nivel más bajo de la última década.
Por el lado de los consumos de carne bovina, el incremento productivo del 2023 tuvo su correlato con lo absorbido por el mercado interno, y los despachas al exterior.
El consumo aparente de carne bovina en Argentina alcanzó 2,44 millones de toneladas, un 4% más que en 2022 y el mayor guarismo en 5 años.
Mercado extereno
Las exportaciones, en tanto, aumentaron un 6 % interanual y alcanzaron su segundo mejor registro anual desde 1990, quedando solo detrás del 2020.
No obstante, a pesar del buen desempeño exportador en términos de volumen, medidas en valor, los despachos al exterior se recortaron respecto del año previo.
En el último año se exportó carne bovina por un valor de US$ 2.656 millones, un 20% por debajo de los 3.290 millones del 2022, a consecuencia de la caída en los precios promedio de exportación medido en dólares por toneladas de res c/hueso, que en 2023 cayeron casi un 25% con relación al 2022, según datos de la Sec. de Bioeconomía. (fuente Noticias AgroPecuarias)