El tambo mejora su rentabilidad pero el sector sigue perdiendo plata

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Luego de dos meses con resultado negativo, la tasa de rentabilidad para los tambos en junio, volvió al cuadrante positivo promediando el 1%. Según consta en las estadísticas del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), “en el período analizado de toda la serie (dic16-jun22), la tasa de rentabilidad promedio fue del 1,9%, con un máximo del 8,4% y un mínimo de -1.7%”, lo que evidencia que la producción de leche fue en los últimos seis años, un negocio de márgenes ajustados y alto riesgo empresarial.

El título de la nota parece una contradicción en sí misma, pero tiene su explicación. No siempre una rentabilidad mínima asegura la sostenibilidad de la empresa; muchos menos en el contexto de incertidumbre y volatilidad de precios que se vive tanto en el plano externo como el interno.

En este sentido, “el Costo de Producción Promedio subió en junio de 2022 un 1,9% respecto al mes anterior (baja en el precio de la vaquillona de reposición que había puntualmente subido mucho el mes anterior, entre otras causas); acumulando un 39,5% tan solo en el primer semestre del año y llegando a un 57% de variación interanual”, explica el OCLA.

“Estas variaciones indican claramente que los costos de producción tuvieron una mayor aceleración en el primer semestre por la suba de precios de los concentrados, fertilizantes, agroquímicos y combustibles, entre otros ítems”. En la variación anual (de junio a junio), el costo se ubica por debajo de la suba inflacionaria (IPC) y algo más de cuatro puntos porcentuales por encima del precio recibido por los productores (según el SIGLeA). “Este último estuvo algo por debajo de los Precios Mayoristas de INDEC, conocidos como en Salida de Fábrica (56,5%)”, cita el OCLA.

Además, desde marzo de 2021 y hasta marzo 2022 el precio al productor (aunque con altibajos) superó al costo de producción de leche, pero en ningún momento alcanzó al “precio de equilibrio” que exige una rentabilidad sobre el capital operado del 5% anual. La rentabilidad promedio de ese período fue del 1,6% con extremos que fueron de 0% a 3,3%.

“En abril y mayo el costo prácticamente igualó al precio percibido, generando tasas de rentabilidad levemente negativas (-0,2% y -0,5%), hasta que en junio próximo pasado la rentabilidad finalmente volvió a un ratio positivo (1%)”. Se trata de márgenes muy sensibles que oscilan cercanos a 0%, evidenciando el delicado equilibrio de la curva de rentabilidad.

No todos pierden

Es cierto que estos valores están referenciando un promedio, en el que hay mucha variabilidad de casos con realidades diversas, como una fiel característica de la heterogeneidad de esta actividad productiva. “Si observamos la tasa de rentabilidad en función al tamaño de los tambos y la región de producción, podemos ver que existe una gran dispersión en la tasa obtenida respecto al capital promedio operado”, aclara el OCLA en su informe.

De las diez cuencas lecheras analizadas, el estrato de tambos Grandes posee una ventaja competitiva por sobre las escalas menores. En cuencas como las de Buenos Aires, donde la escala de tambos permite licuar mejor los costos fijos, se alcanzan rentabilidades superiores al 5%, mientras que en las cuencas más tradicionales de Córdoba y Santa Fe, con mayor presencia de tambos medianos y pequeños, respectivamente, sólo los más eficientes se encuentran en ratios positivos.

Incluso si se toman las cuencas principales donde hay mayor cantidad de unidades productivas (Santa Fe Centro, Villa María y Córdoba Noreste), con excepción de los tambos más grandes, todos están en una situación muy comprometida de rentabilidad. Por esta razón, el OCLA advierte: “El Ingreso Neto, el Costo de Producción y la Rentabilidad tienen una vinculación muy fuerte con la Productividad medida en litros de leche producidos por hectárea y por año”. En otras palabras, esto se denomina “eficiencia”.

Sólo por citar un ejemplo práctico promedio, según los estudios estadísticos que maneja el organismo, aquellos tambos que hoy poseen una productividad superior a los 10.000 litros/ha/año aseguran una rentabilidad positiva anual, pero para alcanzar el nivel de sostenibilidad y reinversión que permita desarrollar la actividad con crecimiento, lo ideal es aspirar a una productividad por hectárea superior a 12.000 litros. En efecto, es partir de este guarismo en que los costos de producción de un litro de leche, comienzan a descender notoriamente, haciendo rendir mucho mejor el precio percibido.

Una cadena que destruye valor

Otro enfoque interesante para entender por qué la cadena láctea navega en un océano caótico donde arrecian las tormentas y crece el riesgo de naufragio de las empresas, surge de analizar los resultados de la Cadena de Valor en sus tres principales eslabones: primario, industrial y comercial.

En primer lugar, al mirar los aumentos y participación en cada uno de ellos, se puede advertir rápidamente la falacia de que los sectores productivos son los culpables de la inflación o como se los suele denominar, “los formadores de precios”. Lejos de ser así, los datos de junio muestran cómo en un año, “el diferencial entre el incremento del precio que paga el consumidor y el precio al que vende la industria (minoristas vs. mayoristas) se despegaron en más de 10 puntos porcentuales a favor del comercio.

Además, “la participación que pierden respecto a igual mes del año anterior la industria y la producción primaria (-1,5 y -2,8, respectivamente) es capturada por la comercialización (+4,5) de la cual no conocemos si es incremento de márgenes o suba de los costos pertinentes a ese eslabón”, indica el OCLA.

“El denominado “mark up” (margen comercial sobre el valor de salida de fábrica) pasó del 31,8% el año pasado a 42,9% en junio próximo pasado. El incremento en el poder de compra es inferior al incremento en el precio y el resultado global de la cadena empeora en $ 3.447 millones respecto a igual mes del año pasado”, agrega el organismo.

Pero lo más preocupante es que la cadena productiva (producción primaria + industria) vuelve a presentar un resultado negativo en junio 2022, de $ 2.466 millones. En el discriminado, la peor parte nuevamente la lleva el sector tambero. “El sector industrial tiene un resultado estimado positivo de $ 260 millones y quien lleva una pérdida significativa es el sector primario con $ 2.725 millones (unos $ 3/litro de leche), lo que indicaría un precio de equilibrio necesario entre $51 y $52/litro para cubrir todos los costos operativos y el costo de oportunidad del capital”, informa el OCLA.

Esto es así, “a pesar de la importante mejora en el precio de la leche al productor en los últimos meses; la gran suba de los principales costos de producción, hacen que ese precio cubra los costos de producción (gastos directos, gastos de estructura y amortizaciones), pero no llegue a retribuir el costo de oportunidad del capital invertido”.

Cabe aclarar que “en el sector industrial, se trata de un valor promedio ya que existe una gran diferencia de resultados entre industrias en función a su tamaño, productividad y eficiencia, mix de productos (commodities – valor agregado), destinos comerciales (mercado interno, canales en el mercado local, mercado externo), etc.”, comenta el OCLA.

Lo mismo va para el sector primario, donde hay resultados muy dispares, tanto como tamaños, productividades y ubicación geográfica, hay en las más de 10.000 unidades productivas del país.

Igualmente, como parámetro de estudio sirve y mucho, saber que en los últimos años (por lo menos siete), la cadena viene perdiendo valor, alternando pérdidas entre la industria y el tambo, sin poder retener dentro lo que generan sus unidades de negocios. (fuente AgroClave, diario La Capital)