El trigo volvió con todo

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Aumentó más del 150% la participación del productor en la renta de exportación.

Arrancando la campaña comercial de trigo en la región núcleo, dos factores se han combinado para mejorar los ingresos de los productores: más inversión en tecnología y ayuda de las condiciones climáticas dieron lugar a mayores rindes, por un lado, mientras que la renovada fluidez de las ventas al exterior conjuntamente con la supresión de retenciones acortaron la brecha entre el valor FAS doméstico y el FOB de exportación, facilitando una mejora en el precio que recibe el productor, por el otro.

En relación al primero, la mayor inversión realizada sobre el cultivo en esta campaña se focalizó en un incremento de las dosis de fertilizantes nitrogenados y fosforados, ayudados a su vez por una caída del precio de estos insumos y mejores ánimos por parte del productor en obtener un grano de calidad. A lo largo del ciclo, se tomaron los recaudos necesarios para cuidar al cereal de plagas fúngica e insectos, marcando una gran diferencia respecto a la peculiar campaña pasada. Sin lugar a dudas, las condiciones atmosféricas soplaron a favor, comenzando la campaña con los perfiles cargados de humedad sumado a lluvias y temperaturas adecuadas en los periodos claves de floración y llenado, que se tradujeron en 14% más de rinde respecto al ciclo anterior. Sin embargo, la buena productividad relegó el contenido proteico del grano.

Respecto al precio de venta del trigo, en estos últimos doce meses ha ocurrido algo extraordinario: mientras su valor se desplomó en el mundo e incluso cayó la cotización FOB de nuestras exportaciones, el precio en el mercado doméstico del cereal ha registrado una notable mejora.

En efecto, el contrato de futuro más cercano sobre trigo duro que se negocia en Kansas (y resulta más comparable con la calidad de trigo argentino) ha mostrado entre diciembre de 2015 y diciembre de 2016 una caída del 15%, mientras que el futuro de trigo blando de Chicago cayó un 18% en el mismo período. El precio FOB oficial en nuestro mercado de exportación para el embarque más cercano de trigo, en tanto, pasó de valer unos u$s 190/t a u$s 170/t doce meses más tarde, una caída del 11%.

Sin embargo, el precio de referencia de la Cámara Arbitral de Rosario por el trigo grado 2 para entrega en las terminales de nuestra región (valor FAS) pasó de $ 1.800/t a mediados de diciembre de 2015 a alrededor de $ 2.350/t en los últimos días, con una suba de nada menos que el 31%. Aquí hay varios factores que se han puesto en juego. Por un lado, la eliminación de retenciones y de cuotas de exportación más o menos explícitas se traducen de modo directo en una reducción del “costo de exportar” argentino, que permite mejorar el precio que las exportadoras están dispuestas a pagar por adquirir el cereal.

Por otro lado, inflación y depreciación han jugado en favor de incrementar los valores en pesos del trigo. Sin embargo, aún si valuamos los mismos en dólares en un intento simple de medir la variación en el poder adquisitivo del grano, vemos que al tipo de cambio comprador del Banco Nación el precio Cámara Rosario pasó en el último año de u$s 137/t a u$s 149/t, aún con una suba que en este caso alcanza el 9% (y, como corolario, el peso argentino en el ínterin se depreció un 20% en relación a la divisa norteamericana).

Mejor precio FAS y más quintales redundaron, lógicamente, en una mejora en el ingreso bruto del productor que por cada hectárea destinada al cultivo pasó de obtener u$s 507 al levantar la cosecha 2015/16 a u$s 627 con la trilla 2016/17, una mejora del 24%.

Los costos de producción (considerando insumos, labores, cosecha, seguros, comercialización a 180 km de distancia de los puertos del Gran Rosario y gastos de estructura) si bien también subieron en el último año, lo hicieron en una menor proporción. De los u$s 449/t que debían invertirse el ciclo productivo anterior, en la campaña 2016/17 pasó a u$s 493/t, con un aumento del 10% anual.

Con estos números, el margen bruto de producción arrojaba u$s 57,5 por cada hectárea de trigo en la campaña 2015/16, mientras que hoy el remanente para el productor alcanza los u$s 134/t. Ello representa una mejora del 133% en doce meses. Ahora bien, si a este resultado le deducimos todo tipo de derechos, tasas e impuestos (impuesto a las ganancias, a los bienes personales, a los créditos y débitos bancarios, el costo financiero sobre saldo técnico del IVA, el impuesto inmobiliario provincial, la tasa vial para mejora de caminos rurales y el impuesto a los sellos con el registro del boleto de compraventa) se tiene que de un margen neto después de impuestos de u$s 23,3/ha en diciembre de 2015, en diciembre de 2016 estamos hablando de u$s 67,6 por cada hectárea producida con trigo, con una mejora del 190% en el transcurso de un año.