Identifican por primera vez qué mutaciones están detrás de la resistencia a la mancha en red

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La mancha en red es la principal enfermedad en cebada y constituye una verdadera amenaza para uno de los cultivos más importantes del país.

Según datos repasados por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), puede ocasionar pérdidas de rendimiento de hasta el 100% en variedades altamente susceptibles como Andreia, la más sembrada en Argentina; y además de afectar el número y peso de los granos, disminuye la calidad del extracto de malta.

Por eso, para los productores es una de las mayores preocupaciones y una señal de alerta surgió durante una encuesta realizada por la Red de Manejo de Plagas (REM) de Aapresid, que detectó que tres de cada cuatro agricultores usan fungicidas a base de carboxamidas para controlarla, cuando ya se han detectado resistencias a ese modo de acción.

Precisamente, para comprender los mecanismos y la evolución de la resistencia observada a campo, los especialistas Marcelo Carmona y Francisco Sautua, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), realizaron un estudio para caracterizar el tipo de resistencia del patógeno a los fungicidas pydiflumetofen y fluxapyroxad, ambos del grupo de las carboxamidas.

La investigación

En un primer paso, a partir de 25 aislamientos del patógeno, en su mayoría de la provincia de Buenos Aires, se determinó la sensibilidad a ambos fungicidas. Cuatro de ellos resultaron sensibles a los dos principios activos, 18 moderadamente resistentes y tres altamente resistentes.

Luego, en aislamientos de los resistentes, constataron la presencia de dos y hasta tres mutaciones en tres genes, que le permiten al patógeno generar otras variantes del complejo enzimático SDH, esencial para la generación de energía en los hongos y sobre el que actúa el activo.

Estas nuevas variantes hacen que el patógeno escape al control de las carboxamidas, especialmente en los tres aislamientos altamente resistentes, donde se encontró una doble mutación específica.

Además, es muy probable que una sola mutación, que confiere baja resistencia, evolucione hacia una doble mutación, que confiere una resistencia mayor. Y es esto lo que parece haber ocurrido en las poblaciones naturales de Argentina.

Alto riesgo

Bajo este panorama, los expertos señalan que existe un alto riesgo potencial de diseminación de resistencia a carboxamidas, debido a la propagación de mutaciones individuales y dobles y sus diferentes combinaciones.

Es de esperar que los casos de resistencia aumenten, habida cuenta que más del 90% del área y la producción de cebada maltera se concentra en Buenos Aires.

A esto se suma la probabilidad de desarrollar resistencia cruzada con otras moléculas de carboxamidas, como el bixafen, en base a patrones ocurridos en los genotipos en estudio. Un combo que ciertamente hace temblar la efectividad de estas tecnologías de control.

Estrategias de control

A partir de esta información, los especialistas recomiendan más que nunca aplicar, dentro de un programa de manejo integrado, herramientas como rotación de cultivos, uso de semillas sanas y cultivares resistentes.

Si fuera necesario el control químico, se sugiere respetar las dosis recomendadas, alternar ingredientes activos dentro del mismo modo de acción en aplicaciones sucesivas, mezclas con fungicidas asociados o uso de mezclas con fungicidas multisitio protectores, además de la incorporación de nuevos ingredientes activos.

La resistencia a los fungicidas es un proceso complejo que depende de muchas variables. Por lo que un monitoreo más frecuente de la sensibilidad de los patógenos frente a las distintas moléculas fungicidas es de vital importancia para comprender mejor los mecanismos y la evolución de la resistencia, y actuar en consecuencia. (fuente Infocampo)