La ganadería de cara al próximo mercado cambiario

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El impacto de la unificación del tipo de cambio y la eliminación de los derechos de exportación en el precio del novillo pesado. “Los $40/42 por kilo de hoy podrían sobrepasar los $50, reduciéndose lo pagado en dólares por los frigoríficos, que aún así superará los niveles regionales”, sostuvo Miguel Gorelik.

Con el resultado electoral en mano, bastante inesperado a causa de los pronósticos que circularon hasta hace muy pocas semanas, no se simplificó la tarea de hacer una evaluación fundada de lo que sucederá en materia cambiaria, resorte fundamental para pronosticar los precios de la ganadería en el corto plazo.

Entre las propuestas de la campaña del presidente electo, Mauricio Macri, incluyendo los 13 puntos del programa destinado al agro, sus propias declaraciones y las de referentes destacados de su coalición después de la elección, quedan interrogantes sobre puntos relevantes del nuevo plan de gobierno.

Los dos temas más significativos, en lo inmediato, para la ganadería, por su capacidad de influir en los precios corrientes, son el tipo de cambio y los derechos de exportación. Los ROE hoy no tienen significación económica.

Recién sobre el fin de semana, el próximo Ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, confirmó que se eliminarán de inmediato los derechos de exportación sobre la carne vacuna, que son del 15%. Hasta entonces sólo había habido declaraciones específicas sobre los de maíz, trigo, soja y productos de las economías regionales.

DIMES Y DIRETES
Con respecto al mercado cambiario se ha oído que el cepo sería eliminado de inmediato pero también que se lo haría una vez que las variables económicas del país estuvieran “ordenadas”, siendo muy difícil saber qué alcance tendría tal ordenamiento. Con el desquicio que existe en muchos precios, puede pasar un tiempo para que se juzgue que se llegó a ese punto.

Conviene señalar que lo anterior no es un juicio peyorativo sobre las nuevas autoridades sino una simple observación objetiva. Con las dificultades previsibles en el traspaso del gobierno, que incluyen la falta de información en temas trascedentes, es difícil ser más precisos. Por otra parte, en materia cambiaria, una cuestión de prudencia, de vigencia universal, es que no se pueden adelantar ciertas decisiones, so pena de desatar movimientos que puedan poner en riesgo los objetivos.

DEL DICHO AL HECHO
Entre las varias (in)definiciones, hay una que conviene rescatar. Se trata de la relativa a la puesta en vigencia de un mercado cambiario único que trabajará dentro de una banda de valores. Por el preciso significado técnico que tiene, no se puede tomar esta referencia como una declaración más.

El interrogante, obviamente, es cuáles serán los valores máximo y mínimo de esa banda. No parece ser demasiado rebuscado pensar que la banda debe ser inicialmente bastante más amplia que lo habitual en países que cuentan con esta herramienta desde hace tiempo y que no tienen distorsiones económicas como las de la Argentina.

Podríamos suponer, entonces, a título de hipótesis, que la banda puede establecerse entre $13 y $15 por dólar. Cuando el precio tienda al piso, o valor inferior, el Banco Central deberá salir a comprar dólares para sostener la cotización y cuando parezca que va a superar el techo, o llegue al valor superior, deberá ofrecer dólares, en suficiente cantidad como para satisfacer al mercado a ese precio.

Una dificultad no menor para establecer el nuevo sistema es que el Banco Central tiene un directorio nombrado con acuerdo del Senado y que no parece estar dispuesto a hacerle la vida fácil a las nuevas autoridades.

Aunque las políticas cambiarias y monetarias son potestad del Ministerio de Economía, o del nuevo de Hacienda y Finanzas, el brazo ejecutor debe estar alineado en esos campos.

También quedan muy pocos días hábiles para lograr los acuerdos financieros que permitan contar con los dólares necesarios para estabilizar el mercado, ya que todas las estimaciones indican que las reservas de libre disponibilidad al 10 de diciembre serán más que magras.

Sorteados esos problemas, habrá que ver cómo se desenvuelve el mercado de cambios.

A los efectos de establecer una hipótesis de trabajo, supongamos que el mercado define que la tasa de cambio de corto plazo es de $14 por dólar.

EN EL VALOR DEL NOVILLO
Esto significaría que los actuales $40-$42 por kilo en gancho de novillo, que hoy equivalen al insostenible nivel de U$S 5 para la industria exportadora se reducirían a U$S 2,85-3,00, lo que daría un nivel intermedio entre los de Brasil y Paraguay, por un lado, y de Uruguay, por el otro.

Sin embargo, no parece razonable afirmar que ése será el precio de equilibrio en el mercado del novillo pesado y trazado, dada la escasez de oferta.

Es muy difícil pronosticar tal nivel pero, en ese contexto, no sería descabellado pensar que el novillo podría superar los $50 por kilo en gancho. Esto daría un costo de la materia prima en dólares que ubicaría a los exportadores todavía por encima de sus competidores del Mercosur, aunque en una posición considerablemente mejor que la imposible de hoy.

EN TODA LA CADENA
En términos de valor en pesos reales, el precio del novillo se acercaría –o podría superar- al máximo del último ciclo ganadero (noviembre de 2010).

A su vez, ese aumento del 20-25% por sobre el precio actual, que se agregaría al 20% nominal de las últimas semanas, tendría un efecto de disminución de los niveles de demanda del mercado interno, modificando toda la integración de la media res entre exportación y consumo.

También traería un importante ruido político, con el precio de la carne como título en las tapas de los diarios. Sería un ejemplo para quienes creen que no es conveniente que el Estado deje de intervenir en los mercados, sin ver que el aumento de la producción será el verdadero beneficio de los consumidores.

HACIA EL DESPEGUE
Desde hace muchos meses que los ROEs no tienen una gran significación práctica dados los muy bajos niveles de embarques; los exportadores de carne no se quejan de falta de aprobación de los mismos; lo poco que se presenta, se aprueba.

Pero mantener el régimen vigente, a causa de dudas sobre lo que pueda pasar con el precio de la carne, significaría continuar con una rémora e incumplir una promesa electoral concreta. El daño que esto puede causar sobre las decisiones de inversión en el sector, y el esperado aumento de la producción, será mucho mayor que las ventajas de corto plazo en materia de precio de la carne al público.

Existen otras herramientas para atender las necesidades de los grupos sociales más vulnerables, que no desacomodan a todos los eslabones de la cadena.

La estabilización de las variables, tipo de cambio, precios, tarifas y negociaciones salariales que empiezan en enero, permitirá tener más elementos para poder seguir pronosticando el curso de los precios de la hacienda y de la carne.

A esto habrá que agregarle el impacto de los aumentos de costos de la actividad, por el lado de insumos, alimento y mano de obra, para ver cómo queda parada la ganadería argentina para iniciar el camino de recuperar el crecimiento.