Históricamente, los planes de fertilización se ocuparon principalmente de buscar altos rindes con la aplicación de macronutrientes como nitrógeno (N) y fósforo (P).
A lo largo del tiempo, esta situación afectó el balance en los suelos, disminuyendo la concentración de muchos micronutrientes, reflejando estas deficiencias en los cultivos e impactando negativamente sobre los rendimientos.
Un claro ejemplo es lo que ocurre con el zinc. Especialistas de todo el mundo manifestaron en un Simposio de Fertilidad, que “el zinc es el micronutriente que más se ha deteriorado en estos últimos años en Argentina”.
Cabe recordar que éste es un elemento utilizado por los cultivos en pequeñas cantidades (por lo general menos de 0,6Kg de Zn por hectárea), aunque es esencial para el crecimiento normal de la planta y el desarrollo.
Y el maíz particularmente es un cultivo muy susceptible a la deficiencia de Zinc: se han documentado pérdidas de hasta un 20% de rinde sin detectarse síntomas visibles (deficiencia oculta).
Identificar las deficiencias
El zinc tiene un papel preponderante en procesos vitales como ser el metabolismo de nitrógeno, síntesis de enzimas con actividad meristemática y -fundamentalmente- en la síntesis de triptófano, precursor de hormonas de crecimiento.
Además, es constituyente de la enzima anhidrasa carbónica, fundamental para la fotosíntesis, también evita la degradación del ácido ribonucleico (ARN), favoreciendo la mayor producción de aminoácidos y proteínas, entre otras funciones.
Para determinar la deficiencia de Zinc en el cultivo, es importante realizar un diagnóstico efectivo. La deficiencia de Zinc sub-clínica o marginal reduce el rendimiento de los cultivos sin la aparición de síntomas visibles.
Por lo tanto, el análisis de suelo en presiembra es una herramienta valiosa para predecir tempranamente si los cultivos van a estar o no bien abastecidos con este micronutriente.
En maíz la aparición de deficiencias puede presentarse en las primeras semanas del cultivo. Habitualmente, el síntoma visible es una clorosis internerval en la lámina de las hojas más jóvenes, ya que es un nutriente inmóvil dentro de la planta.
Buscar el máximo potencial
Ya diagnosticada la necesidad de aplicar Zinc, es fundamental lograr una elevada eficiencia de utilización del fertilizante, contemplando tanto la dosis, el momento de aplicación, como la fuente utilizada.
La fertilización foliar con nanotecnología demostró ser una herramienta eficaz para cubrir los niveles de Zinc requeridos por el cultivo de maíz, ofreciendo los nutrientes necesarios en el momento adecuado, potenciando el rendimiento y optimizando tanto costos como logística.
Puede aplicarse de manera conjunta con otros productos destinados a la protección del cultivo, como insecticidas, fungicidas, herbicidas, o incluso con otros nutrientes, como el Nitrógeno.
Los nanominerales son una herramienta útil para superar limitantes del suelo que restringen la solubilidad o movilidad de los nutrientes, para corregir eventuales deficiencias de corto plazo, y en momentos clave de alta demanda de nutrientes o durante estadios críticos en desarrollo del cultivo.
En varios ensayos, la aplicación foliar con esta tecnología logró incrementar significativamente los rendimientos con una muy buena relación respuesta-dosis. El momento de aplicación se realizó a 40/50 días de la siembra, para permitir suficiente expansión foliar y lograr una mayor absorción.
Los fertilizantes de emulsión líquida con nanominerales de alta pureza, tienen como beneficio sus dosis de aplicación reducidas (200 a 1000 centímetros cúbicos por hectárea por cada aplicación) y con una velocidad de reacción mayor y perdurable, simplificando el manejo y optimizando costos operativos.
Los nutrientes en acción
En este contexto, MIST-Zn®, de Kioshi Stone, es una dispersión de nanopartículas minerales con una adecuada concentración en Zinc, Potasio, Silicio y Azufre.
En un ensayo realizado en la localidad de Darregueira en la campaña 2021/22, se evaluaron tratamientos de nutrición en maíz sobre un híbrido Nucorn 2650 MGRR2, con el objetivo de evaluar el impacto de la aplicación de MIST N®, MIST P® y MIST Zn® en el rendimiento en grano y sus componentes de un cultivo de maíz.
El rendimiento fue mayor en el tratamiento que recibió aplicaciones de fertilizante foliar Mist Zn + Mist P + Mist N, además de urea, el cual generó 1.067 kilogramos por hectárea por sobre el testigo. Por otro lado, todos los tratamientos que involucraron la presencia de fósforo a la siembra presentaron respuesta.
El MIST-N®, es una suspensión de nanopartículas minerales, con una elevada concentración de nitrógeno (27%), azufre (5,8%), calcio (14,1%) y magnesio (6,5%), a la que se le suman trazas de boro. Como fertilizante líquido, puede ser aplicado por pulverización a partir del estadio V4 sobre el maíz, sin inducir estrés en la planta, y no posee fitotoxicidad.
Al ser una fuente de alta pureza, cuenta con la practicidad de requerir bajas dosis respecto a otras alternativas (2 a 3 l/ha), permitiendo optimizar la gestión y transporte.
Lo novedoso de esta tecnología es que cede su contenido en forma progresiva, acompañando así el crecimiento y desarrollo del cultivo. Garantiza un impacto benéfico a partir de la alta eficiencia de uso y la sincronización de la liberación con el avance de ciclo.
Para una nutrición completa es recomendable realizar una fertilización de base y complementarla a lo largo del ciclo con fertilizantes foliares. Basarse solo en las aplicaciones de fertilizantes tradicionales no siempre es suficiente para reducir la brecha entre los rendimientos potenciales y los reales. Es necesario que exista un enfoque integrado para mejorar el rendimiento, incluyendo la genética y las prácticas de manejo. (fuente Infocampo)